miércoles, enero 23

La democracia y la participación popular debe ejercerse no declamarse

Parafraseando a lo dicho en el discurso inaugural de la convención constituyente, sería muy bueno, “legar a nuestros hijos y nietos y a todas las generaciones presentes y futuras, sin olvidar nuestro pasado, una Constitución Digna” y que ésta diga que “se debe garantizar la participación popular en todos los ámbitos”.
Hoy es necesario un estado basado en el respeto e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad, complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde predomine la búsqueda del vivir bien; con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política y cultural de los habitantes de esta provincia; en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo, educación, salud y vivienda para todos.
Lamentablemente, la reforma de la constitución tiene una condición de origen en la que, justamente, no se le da participación a la gente, no se la informa, no se atiende a las necesidades básicas, no se les da igualdad de oportunidades y entonces, la igualdad de derechos y la posibilidad de elegir termina siendo una formalidad hueca y declamativa, injuriosa para la conciencia de los ciudadanos que alguna vez lucharon por una democracia real o mejores formas de organización social y política.
Sin embargo, si en los hechos, quienes han tenido el poder político todos estos años no han logrado que haya igualdad de oportunidades y acceso a una salud y educación de calidad para todos los habitantes de esta provincia, sino mas bien han contribuido al deterioro y la desatención de esas necesidades primarias que tiene la gente; si no han generado una política mediática de esclarecimiento e información para que la gente pueda opinar y decidir libremente; si no se ha alentado la participación directa y a la pluralidad política, si se ha sometido a al sector mas sensible de la población, que son los trabajadores de la salud y la educación a la indignidad y la humillación de ser explotados en condiciones decadentes, las cuales también afectan directamente al sector que debiera ser el privilegiado de nuestra sociedad, las nuevas generaciones que se están formando, parece difícil imaginar que por una reforma de la constitución y por arte de magia todo se revierta, y que a las presentes y futuras generaciones les importe una constitución digna si no tienen acceso a una vida digna porque los ejecutores del gobierno no la favorecen.